Cuanto más bostezo, más placentero me resultan sus efectos. Una vez que comienzo a bostezar, puedo seguir haciéndolo durante varios minutos. El efecto es tan relajante como una siesta reparadora de 30 minutos. Bostezar es una función fisiológica involuntaria (aunque ciertamente es posible provocarla voluntariamente) que posee varios beneficios para nuestro organismo, sin embargo, no deja de sorprenderme la manera en que, culturalmente, se nos transmiten ciertos criterios, preceptos, creencias y prejuicios acerca de nuestras funciones fisiológicas, todas ellas tan sumamente imprescindibles para el equilibrio y salud de nuestro organismo.

 


En mis clases tanto grupales como particulares, me gusta observar cómo las personas reaccionan cuando me escuchan decir que en el espacio de práctica pueden resarcirse por todos los años que llevan conteniendo el bostezo y que “busquen” el bostezo bueno: aquél que te deja con una rica sensación de bienestar en el cuerpo. Suelo pedirles que se olviden de lo aprendido: en nuestro espacio bostezar no es signo de mala educación sino por lo contrario, una magnífica señal de que ciertas tensiones comienzan a aflojarse, que vamos bajando de la mente al cuerpo y que vamos dando espacio para que el aire pueda habitarnos, recorrernos y llenarnos.

 

 

Existen varias teorías sobre las funciones fisiológicas del bostezo y a continuación comentaremos algunas:

  • El bostezo induce la liberación de la prostaglandina PGD2, que reduce la propensión a dormirse.
  • El bostezo relaja la faringe y la laringe y estira los músculos del rostro.
  • La gran inspiración que acompaña al bostezo, activa la circulación linfática lo que bien podría ser una función inmunitaria.
  • El bostezo produce una desconexión auditiva y muchas veces visual, momentánea del ambiente, lo cual permite reducir los estímulos que llegan al cerebro.
  • El bostezo produce una excelente oxigenación del organismo y se entiende que es producido por una señal que alerta de una cantidad excesiva de dióxido de carbono en la sangre.
  • La hipótesis más reciente señala que el bostezo tiene la función de enfriar el cerebro, función que se llevaría a cabo a través de los senos nasales.
  • El bostezo produce lagrimación que limpia nuestros ojos.
  • Se cree  así mismo que el bostezo está provocado por la acción de ciertos neurotransmisores como la  serotonina y la dopamina, relacionados con la inhibición de la ira, la agresividad, el sueño, el apetito, la regulación de la temperatura, el sueño y el humor. Se cree que, cuanto más de estas sustancias son segregadas en el cerebro, mayor la frecuencia del bostezo.

 

 

Posiblemente el bostezo tenga todas estas funciones y algunas más.

Considero que, para que el bostezo cumpla debidamente con todas sus funciones fisiológicas ha de ser real. Quiero decir que no vale reprimirlo, ni acortar su duración. ¿Has visto alguna vez a un perro, a un gato o a un bebé humano cubrirse el rostro para no enseñar su boca al bostezar?. No tienes porque hacerlo delante de tu jefe, ni en pleno metro ni en la cola del banco si no quieres.

Comienza por liberarte de ataduras limitantes (creencias, prejuicios, preceptos) en tu propio hogar. Date el permiso de bostezar con amplitud, sin cubrirte rostro ni boca. Bosteza con sonido, porque sólo bostezando con plenitud podrás sentir todos sus efectos.

Cuando te encuentres en alguna situación en la cual sientes que “no puedes o no debes” bostezar, busca una oportunidad para aislarte (el lavabo suele ser la salvación) y busca bostezar de manera deliberada, hasta que sientas que te has quedado bien a gusto.

Ésto último es, a mi entender, imprescindible ya que sólo con un buen bostezo, el diafragma se relajará de manera adecuada. Y una vez que el diafragma puede llevar a cabo su función libre de tensión, entonces todo nuestro sistema se armoniza: la respiración fluye y se vuelve más profunda, el movimiento del diafragma masajea los órganos abdominales, descongestioándolos; el movimiento libre del diafragma provoca un adecuado masaje cardíaco y con él se restablece la libre circulación sanguínea en todo el organismo. Como si todo ésto no fuera motivo suficiente como para desterrar de una vez esa norma de “civilización” y “buenos modales” que es el reprimir el bostezo, he aquí la guinda del pastel:

 


En mis clases tanto grupales como particulares, me gusta observar cómo las personas reaccionan cuando me escuchan decir que en el espacio de práctica pueden resarcirse por todos los años que llevan conteniendo el bostezo y que “busquen” el bostezo bueno: aquél que te deja con una rica sensación de bienestar en el cuerpo. Suelo pedirles que se olviden de lo aprendido: en nuestro espacio bostezar no es signo de mala educación sino por lo contrario, una magnífica señal de que ciertas tensiones comienzan a aflojarse, que vamos bajando de la mente al cuerpo y que vamos dando espacio para que el aire pueda habitarnos, recorrernos y llenarnos.

Para bostezar de manera voluntaria, haz lo siguiente:

  • Ya sea de pie o sentado/a (con la columna erguida), toma una inspiración larga por la boca.
  • Al tiempo que inhalas, mueve la mandíbula hacia un lado y hacia el otro.
  • Si no sale a la primera, continúa intentándolo hasta que surja con plenitud.
  • Busca tantos bostezos como necesites hasta sentir que has conseguido el bostezo bueno.

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